lunes, 1 de febrero de 2016

RESEÑA - Corazón Valiente (Braveheart) - 1995






La película épica siempre fue una de las más atractivas para Hollywood, además de las más redituables. Entre los ejemplos más claros tenemos a “Los Diez Mandamientos” de Cecil B. DeMille de 1956, “Ben-Hur” que arrasó con los Oscar de 1959, y los trabajos de David Lean entre los que destacan “Lawrence de Arabia” (1962) y “Doctor Zhivago” (1965). Sin embargo, con los años fue pasando de moda, y este tipo de superproducciones escasearon; hasta 1995, cuando Mel Gibson cargó todo el peso sobre su espalda y nos deleitó con “Corazón Valiente”.


William Wallace (encarnado por el propio Gibson) fue un libertador Escocés que luchó por la independencia de su patria a principios del Siglo XIV, para luego ser juzgado y ejecutado por cargos de alta traición al rey.
La película cuenta la vida del rebelde de pollera a cuadros desde sus 10 años cuando su padre y hermano son asesinados, pasando por su historia de amor con quien en ese entonces le regaló una flor, sus primeros pasos en contra del dominio Inglés, sus batallas por la libertad, y su desagradable, triste e inevitable muerte.




Podría dividirse la trama en dos partes. La primera se centra en los primeros pasos de Wallace, y la segunda, en su lucha por sus ideales. Ambas son igual de interesantes y entretenidas para el espectador, aunque la primera sea tal vez un poco más llevadera. El amor entre William y Murron (Catherine McCormack) es de los amores más honestos que he visto en una película, uno de los menos egoístas; cada uno es la luz que alumbra el camino del otro.

Luego de casarse en secreto para que los nobles no hagan ejercicio de su derecho de “prima nocte”, todo parece ir bien entre ellos, hasta que los soldados Ingleses deciden propasarse con ella. Esta logra escapara momentáneamente con la ayuda de William, solo para luego ser capturada y asesinada.  A pesar de haber dicho que volvía a su tierra con la intención de dejar los problemas atrás y formar una buena familia, esto desata la furia de William, su sed de venganza y da comienzo a su lucha por la libertad, que se convertirá en una lucha extremadamente sanguinaria por las siguientes dos horas.



Mel Gibson
nos ofrece un retrato de las batallas con violencia por demás, y se le agradece, porque le aporta realidad al asunto. Miembros mutilados, cabezas aplastadas y cuerpos prendidos fuego son algunas de las cosas con las que deleita nuestros ojos.

Así también, con su cámara nos ofrece imágenes que rozan la perfección; apoyándose en la excelente fotografía que no hace más que embellecer todo, el verde de los campos Escoceses y la inmensidad de sus tierras forman un paisaje inolvidable.

La partitura musical también logra dejarnos la piel de gallina. A cargo del recientemente fallecido James Horner (Titanic), la sensación de libertad y gloria que nos brinda su música, inunda nuestros sentidos a cada segundo, llevándola a la altura de los grandes clásicos.

Las actuaciones no son lo más destacable; lo que no quiere decir que sean malas. Gibson, McCormack y Marceau, todos están bien en sus personajes, incluso los más secundarios, pero en películas como esta, las actuaciones nunca son el foco de atención, sino que se convierten en un títere más del titiritero principal: el aura que rodea a la película.



Empatizamos con Wallace a medida que la cinta avanza. Sufrimos con él cuando vemos que su mundo se viene abajo; nos alegramos cuando logra encontrar una segunda oportunidad en el amor, y no nos animamos a presenciar cuando sabemos que el final está más cerca que nunca. El momento de la ejecución de William es duro por demás. Ser testigo de ese castigo, de esa tortura tan tremenda y de como nunca decide arrodillarse (aunque eso signifique salvar su vida), ya que estaría fallando a sus ideales y a su gente, es simplemente desgarrador.

Con una duración de 177 minutos uno pensaría que se puede tornar pesada con demasiada facilidad; pero no es así. Si, puede que algunos momentos sean menos llevaderos que otros, pero en general nos mantiene al borde de nuestros asientos casi a todo momento.





“Corazón Valiente” es una gran película, una aventura para todo aquel que se anime a adentrarse en ella. Puede que un poco discutible por la crudeza de sus imágenes cargadas de violencia, y por el hecho de idealizar la figura de Wallace, cuando sabemos que hasta el más bueno de todos tiene imperfecciones.

Sin embargo, es una experiencia bastante particular, que nos remonta a las superproducciones que se hicieron en los vestigios de la Edad de Oro en Hollywood. Es una película con todas las letras, que logra conectarnos con la historia y sus protagonistas; que nos transporta al lugar de los hechos.

Siendo una de las pocas cintas que tiene derecho a denominarse como “clásico” de la década de los 90’s, “Corazón Valiente” es sumamente recomendable. Pero se los advierto: tengan cuidado! Porque después de las batallas del Siglo XIV, no serán los mismos!




TÍTULO: Braveheart
AÑO: 1995
GÉNERO: Drama
DIRECTOR: Mel Gibson
PROTAGONISTAS:
Mel Gibson - Sophie Marceau - Catherine McCormack - Brendan Gleeson

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