Allá por 1979, en Australia y en todo el mundo, se estrenaba una particular cinta titulada “Mad Max” protagonizada por un jovencísimo Mel Gibson, y con un casi desconocido George Miller detrás de cámara. Situada en un futuro apocalíptico, donde el petróleo escasea y es lo más preciado por motociclistas criminales, Max Rockatansky (Gibson) es un policía determinado a atrapar a todo aquel que se interponga en su camino, quien jura vengarse de aquellos que asesinan a su mujer e hijo. Con esta premisa, la película cosechó gran éxito no solo en el continente Oceánico, sino también al otro lado del pacifico, lo que dio lugar a dos secuelas en pocos años, “El Guerrero del Camino” y “Más Allá de la Cúpula de Trueno”, lo que la convirtieron en una de las trilogías más queridas y más de culto de la historia del cine.
Habiendo pasado 30 años desde la finalización de la saga, George Miller decide volver a las calles con la cuarta entrega de la serie, “Furia en la Carretera”. Como todos sabemos, casi todos (bien podría decirse que todos) los intentos de renovar franquicias décadas después de sus años de auge, nunca son bien recibidos, además de ser de dudosa calidad que no llega ni a los talones de las originales.
Sin embargo, gracias a los Dioses del cine, tenemos “Mad Max”, que le pasa el trapo a todos los malos ejemplos a través de los años, y nos deleita con sus 120 minutos de locura. Extrema.
En esta ocasión, la cinta sigue a Max (interpretado esta vez, por un convincente y casi mudo Tom Hardy) y a Imperator Furiosa (Charlize Theron) que fácilmente podría verse como el personaje principal, dejando a nuestro Max en un lugar secundario. Los sigue en su camino a través de la tediosa carretera en el desierto, llena de peligros tanto como de adrenalina que no para en ningún segundo, en busca del Lugar Verde; un nuevo comienzo, alejados del régimen dictatorial de Inmortal Joe (Hugh Keays-Byrne, Toecutter en la película original).
Es tan grande el logro de la película, que no puedo evitar centrarme un poco al menos en los puntos individuales más importantes.
El trabajo de Miller es una locura total, definitivamente a otro nivel; es un homenaje a los autos y a la velocidad, a los motores V8, al cromo y al rock; a la cultura popular, y utiliza eso a su favor para captar la atención del espectador y no soltarlo hasta que los créditos dicen adiós.
Habiendo utilizado la menor cantidad posible de computadoras para la realización de los efectos especiales, “Mad Max” nos sorprende a cada momento con sus imágenes imponentes.
Desde las huidas a toda velocidad hasta una de las (sino la) tormenta de arena más imponente y aterradora de la historia del séptimo arte, todas las imágenes que nos ofrece Miller son magistrales. La persecución que sirve como introducción a la película es simplemente maravillosa; escuchar los pensamientos del corrompido Max, y sentir como los motores se van acercando desde la lejanía genera una sensación única, que pocas veces he sentido frente a una pantalla.
La cinematografía es algo de otro mundo. Como sacado de la mente del artista más retorcido de todos, esa tonalidad naranja que no llega a ser sepia aporta una calidez a la película, que se ve destruida una vez llega la noche. Cuando la Luna aparece, todo parece convertirse en perdición; el naranja se transforma en un azul frío, que transforma el paisaje en un lugar sombrío y desesperanzador.
El maquillaje es impresionante. Los jóvenes guerreros, encabezados para nosotros por Nux (Nicholas Hoult), quién quiere pasar a la historia de su civilización como uno de los más grandes de todos, están todos pintados con un plateado cromado, llenos de cicatrices y tatuajes, a tal punto que espantan. Ni hablar de Immortal Joe y sus secuaces; incluso la propia Charlize Theron. Todas las unidades dedicadas al maquillaje, peinados y vestuario merecen una mención más que grande.
Las actuaciones no son en lo que uno se fija en este tipo de película. Su objetivo nunca es ser un curso del Actor’s Studio, sino más bien ser un entretenimiento sobre todas las cosas. Sin embargo, estas no decepcionan. Con Hardy a la cabeza (actor que va subiendo a pasos agigantados en la industria, nominado este año como Actor Secundario) y Theron a su lado durante casi las dos horas, se crea una dupla con mucha química, que congenian más que suficiente como para generar el cariño y la empatía de los espectadores.
Pero no puedo dejar de hablar de “Fury Road” sin hablar de su banda sonora. Es un concierto continuo de guitarras al más alto nivel.
La forma en que se da entrada a la música es de otro mundo. En pantalla vemos como una guitarra que escupe fuego va en la parte delantera de un auto monstruoso, y como en la parte de atrás de otro van cuatro tipos con algo que parecieran ser unos tambores gigantes. Cuando estos empiezan a tocar, es cuando comienza la música en la película. Es un recurso ya utilizado, pero genial.
“Mad Max” fue mostrada en el Festival de Cannes a principios de 2015, pero no fue parte de la competencia oficial (sin embargo fue tal el éxito de la cinta, que gracias a eso, Miller presidirá el jurado en la edición 2016 del festival).
El éxito fue un tanto inesperado. Se sabía de la popularidad de Rockatansky en generaciones anteriores, pero nunca se predijo que la película fuese a funcionar tan bien, tanto en taquilla, como en las entregas de premios.
Llena de elogios por parte de las audiencias y la crítica especializada, “Mad Max” obtuvo nominaciones al Globo de Oro como Mejor Película y Miller como Mejor Director. Ganó casi todos los premios para los que estuvo nominada en los Critics Choice Awards, y recibió la más que respetable cantidad de 10 nominaciones a los Premios Oscar, siendo la segunda detrás de “El Renacido” de Iñarritu y DiCaprio.
Otro de los puntos altos de la película, es que resulta atractiva para todo público, incluso para aquellos que nunca vieron las originales del siglo pasado.
Gracias a cortos flashbacks, y voces del pasado, de gente que Max no pudo salvar tal como les había prometido, podemos descubrir la naturaleza de nuestro héroe. Un hombre solitario, comprometido con su causa, pero sumamente atormentado por los fantasmas del pasado.
“Mad Max: Furia en el Camino” está entre las mejores 10 películas que el 2015 nos regaló. Es sumamente recomendable, y resulta un entretenimiento mas que apacible. Pero además de todo, es una joyita del cine. Una de esas películas de las que ya no se ven muy seguido; tiene esa aura de clásico instantáneo; status al que llegara, seguro sin ningún problema.
Es la favorita del público en general (de la mayoría, menos de la Academia seguramente) para llevarse la estatuilla más importante la noche del último domingo de Febrero, pero lo tendrá difícil frente a grandes contendientes como “The Revenant” o “Spotlight”.
Sin embargo, de algo no hay duda. Es tal la personalidad de la cinta, la espectacularidad de la misma, que de seguro ya ganó el premio más importante de todos, que no muchas películas logran; quedarse grabada en la retina del espectador, y en el imaginario popular de las audiencias.
Es imposible no recordar algo que pasa frente a nuestros ojos con tanta velocidad…
TÍTULO: Mad Max Fury Road
AÑO: 2015
GÉNERO: Drama - Acción
DIRECTOR: George Miller
PROTAGONISTAS: Tom Hardy – Charlize Theron
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