jueves, 22 de octubre de 2015

RESEÑA - Vivir (Ikiru) - 1952







Título: Ikiru
Director: Akira Kurosawa
Año: 1952
Género: Drama
Protagonistas: Takashi Shimura – Shin’ichi Himori – Nobuo Kaneko


Kanji Watanabe (Takashi Shimura) es un empleado público a punto de romper el récord de 30 años de asistencia perfecta a su trabajo, cuando de repente un día  no se presenta a su puesto. Acusando unos dolores de estómago, decide visitar al médico para ver qué sucede; las noticias son peores de lo que imaginaba: cáncer de estómago es lo que lo aqueja, y le quedan 6 meses de vida. Esto afecta a Kanji a tal punto de sumirlo en un pozo depresivo y de cambiar su forma de ver las cosas.


Al saber que el tiempo es cada vez menor, Watanabe da un giro de 180 grados a su vida y decide poner su trabajo en orden. Luego de tres días sin asistir, vuelve a su puesto de forma sorpresiva, dispuesto a cambiar las cosas, a hacer algo importante por la comunidad, dejar un legado para que lo conozcan luego de su muerte, de la forma en que nadie pudo conocerlo mientras estaba con vida. La necesidad del hombre en dejar rastro tras su paso, una huella, algo por lo que ser recordado, para que los demás vean y digan “yo sé quién fue este hombre”, es algo que Kurosawa desarrolla de forma sensacional.



Takashi Shimura hace un trabajo espectacular retratando a Watanabe, logrando transmitir la pérdida de su propia identidad, la desesperación con solo verle los ojos, las pocas ganas de seguir. Podemos ver los años de trabajo duro con solo mirar su espalda. Su rostro deja en evidencia como se desvivió por su hijo por 20 años luego de la muerte de su esposa; y la tristeza de no recibir nada a cambio de él, ni siquiera palabras de apoyo o cariño, solo interés por su herencia. Sin duda alguna, otorga una de las actuaciones más conmovedoras y desgarradoras de la historia del cine, no solo Japonés, sino mundial.



En esta epopeya dramática de 143 minutos, Akira Kurosawa (“Rashomon”, “Los Siete Samurai”, “Yojimbo”) nos deja en claro la naturaleza humana, la desesperación y el no saber qué rumbo tomar al plantearnos la pregunta “Que harías si te quedarán solo seis meses de vida?”. La enajenación del individuo en cuanto a su trabajo es el tema principal en la primera mitad de la película; la forma en que Watanabe vive por y para su oficio, sin siquiera trabajar, es increíble. “Lo único que hace, es mantener la silla caliente” se dice en un momento de la película. Es tan monótona y repetitiva la actitud de nuestro protagonista, que lo único que logra es una pérdida de interés en su función.
El sistema público tampoco se salva de la mirada del director Nipón. En cada momento a lo largo de la película se deja en evidencia la inefectividad del trabajo estatal, la falta de entusiasmo de los trabajadores y la falta de amor hacia su oficio, síntoma repetitivo en toda burocracia del mundo.




Remarcar la genialidad de “Vivir” sería insuficiente; es algo indescriptible, solo capaz de ser experimentado cuando se ve la película. A pesar de haber pasado más de 60 años de su estreno, y de ser un poco pesada de a momentos más que nada por su larga duración, la obra de 1962 de Kurosawa sigue siendo uno de los pilares de su filmografía, tal vez su estudio más profundo sobre la miseria humana. Una obra maestra conmovedora que logra lo que nuestro personaje quería: dejar una huella, un recuerdo en nuestro corazón.


"Que corta es la vida! Enamórate querida doncella. Mientras tus labios sean rojos...y antes de que tu pasión se enfríe. Porque no habrá un mañana.
Que corta es la vida! Enamórate querida doncella. Mientras tu pelo es aún de color negro, y antes de que se apague el fuego de tu corazón. Ya que este día, no volverá jamás!"



                          

                                                        VALORACIÓN: INVALORABLE

2 comentarios:

  1. Magnífica crítica. Me ha gustado mucho. La voy a publicar en mi web de www.eldespotricadorcinefilo.com para publicitarla. Saludos

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  2. que hermoza pelicula . grande Kurosawa

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