jueves, 8 de septiembre de 2016

RESEÑA - Todo Dicen I Love You - 1996





Desde hace más de 50 años Woody Allen nos viene regalando películas. Buenas, muy buenas, geniales u obras maestras, pero nunca una mala. Ni una sola. Y aunque me falta una gran cantidad de su filmografía, he visto un buen número de sus películas; con muchas la he pasado bien, con otras me he emocionado, pero con ninguna me he reído tanto como con “Everyone Says I Love You”, y el solo saber que ni siquiera estoy cerca de haber visto la mitad de su trabajo, me deja muy feliz.





“Everyone Says I Love You” tuvo su estreno en 1996 y, como desgraciadamente sucede con el cine de Allen, no le fue muy bien a la hora de recaudar, sin embargo, las buenas reseñas no pararon de lloverle.
La película se centra en una familia neoyorkina y sus idas y venidas a lo largo de las cuatro estaciones del año. Casamientos y cancelaciones, enamoramientos fugaces, desilusiones amorosas, engaños para obtener lo que se quiere; todo esto forma parte del argumento, pero sobre todas las cosas hay algo constante, el humor.




Narrada de forma omnisciente por una de las protagonistas, la película se desenvuelve de forma dinámica y disfrutable, con prácticamente ninguna escena de sobra y ningún chiste de más.
En esta ocasión quien se encarga de las acotaciones es Djuna (Natasha Lyonne), un personaje que calza a la perfección con todos los creados con anterioridad por el mismo Allen. Y lo que es más, es en cada uno de los protagonistas es donde podemos ver rasgos de los personajes que el director supo interpretar; de habla rápida e impronta nerviosa al punto del roce con la locura, pareciera que el director decidió alimentar a cada uno de ellos con un poco de si mismo, incluso siendo él parte el reparto.




Desde la invención del sonido en el cine, los musicales han sido uno de los géneros más prolíferos, a la vez que preferidos del público.
El musical tiene esa habilidad inexplicable de hacer parecer real lo que en cualquier otro género no dudaríamos decir que es irreal. El musical es magia, una magia que sorprende a cualquiera que se tope en su camino y que nos hace sentir en el aire por su belleza, tanto estética como musical valga la redundancia.



Consagrado por sus comedias, aunque aclamado también a la hora de pasarse al drama (“Interiores”; 1978), al conocerse el dato de que Allen se pasaba al musical, este se habrá esperado con mucha ansiedad debido a que el director se animaría a entrar en terreno desconocido.
Cuando uno nace genio, lo es toda la vida, y el oriundo de Nueva York logra en esta, tal vez no su mejor película (eso, al final de cuentas, es subjetivo) pero seguro una de las más memorables.

Con un reparto repleto de actores de altísimo nivel, liderado por Goldie Hawn, pasando por unos jóvenes Edward Norton y Drew Barrymore hasta llegar a la aún más joven Natalie Portman, todos aquellos a la orden de Allen están a un nivel más que satisfactorio que no hace más que engrandecer la cinta. Es raro, al igual que gracioso ser testigos de su canto al igual que sus dotes en el baile, más todavía cuando algunos dan lo mejor de si sabiendo que no van a obtener resultados fabulosos, pero para disfrutar un musical no hay necesidad de ver perfección.




En cada reseña que escribo hago lo posible para dedicar un párrafo a uno de los actores o actrices que veo en pantalla; en esta ocasión podría detallarlos a todos, pero voy a quedarme con  Tim Roth.
Interpretando a un recluso recién liberado por libertad condicional, cada segundo que ese hombre está en pantalla es una carcajada asegurada. Tras haber estado 10 años encerrado, sus instintos sexuales se despiertan y comienza a tirar lances a toda mujer que ve, sin importar la edad. Su apariencia es hilarante, teniendo un caminar extraño y una cara de depravado imposible de pasar por alto.



Los números musicales son simplemente maravillosos, memorables, inolvidables, como quieran llamarlos! En ellos se representa la alegría, la tristeza, el amor, e incluso la muerte; una constante en el cine de Allen es la sensación de atestiguar la vida misma, y en esta ocasión la regla no se rompe.




Allen es un confeso admirador de Groucho Marx, y es en la parte final de la película en donde este lo homenajea, regalándonos un baile de navidad en el que todos van disfrazados del ídolo cómico. Uno se pregunta por qué las películas de Allen tienen esa capacidad de conectar con el espectador, por disfruta haciéndolas, que se dedica a hacer cosas que a él le gustaría ver, y por consecuencia terminan siendo adoradas por el público.

“Todos Dicen I Love You” tiene lugar en Nueva York, al igual que en Paris y Venecia, ciudades de un continente que el cineasta usaría como musa en los años venideros, y que fue testigo de algunas de las obras más memorables del director. Allen nos regala imágenes maravillosas de cada uno de esos lugares que no hacen más que enamorarnos, como de seguro le sucedió a él mismo. En lo que a locaciones se refiere, Woody y  su equipo deben ser de lo mejor a la hora de elegir.



Lo que me pasó con esta película fue algo muy particular; no solo me sentí parte de ella (lo que ya es demasiado para cualquier otra) sino que sentí como esta sensación de bienestar se apoderaba de mí; como esa magia invisible que solo Allen puede crear me arrastraba a su trama.
Esas sensaciones son inexplicables y solo repetibles cuando nos enfrentamos a otra película que tiene el mismo efecto en nosotros.

Pareciera que las palabras no contienen la grandeza suficiente como para transmitir lo que nos sucede al conectar con un film, y es en esa falta de grandeza en nuestro vocabulario, en donde somos testigos de la grandeza de este arte: es simplemente sentarse, ver, y dejarse abrazar por esa sensación incomparable.




 
TÍTULO: Everyone Says I Love You
AÑO: 1996
GÉNERO: Comedia - Musical
DIRECTOR: Woody Allen
PROTAGONISTAS: Woody AllenAlan AldaGoldie Hawn - Julia RobertsEdward NortonTim Roth

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