La dramatización de hechos reales siempre ha sido una herramienta eficiente para el cine. En público simplemente adora y se ve intrigado al presenciar en pantalla cómo sucedieron determinados acontecimientos, sean locales o internacionales, actuales o mas allá en el tiempo. Pero si hablamos de historia reciente, en probable nexo entre película-espectador puede generar cosas increíbles, empatía, identificación con los protagonistas de la historia, etc. Eso es lo que sucede con “La Noche de los Lápcies”, una película que a pesar de haber sido estrenada mas de tres decadas atrás sigue teniendo el mismo efecto en aquellos que se atreven a visionarla por primera vez, o quienes deciden volver a ella.
A mediados de la década de los 70s la situación política Argentina estaba al borde de una explosión que desembocaría en su ultima dictadura militar. El reclamo por un boleto asequible para los estudiantes es el nexo conector para que conozcamos a Pablo Díaz (Garcia Pintos) y su grupo de amigos encabezados por Claudia Falcone (Vita Escardó), unos jovenes pertenecientes a aquellos que nunca renunciarán a sus derechos y pelearan por lo que les pertenece, que trabajan comunitariamente en las villas enseñandole a los niños y ayudando a las familias mas necesitadas.
El golpe de estado de 1976 y la inminente “reorganización nacional” conllevará la disolución de los diferentes sindicatos y grupos de debate, al igual que derivará en desapariciones de diversos dirigentes estudiantiles y militantes. Pablo y sus compañeros vivirán el infierno en carne propia, aunque a pesar de todo nunca podrán hacerlos desistir de seguir sus ideales.
La acción transcurre en la epoca mas oscura de la historia argentina, cuando los derechos humanos no eran respetados y uno estaba a la merced de la autoridad. Vivimos los acontecimientos a través de los ojos de Pablo y sus amigos, y es así como atestiguamos la relación de unos adolescentes que hoy por hoy pueden parecer atípicos para algunos (tan comprometidos por una causa social,y luchando por lo que creen mejor para ellos y sus pares) pero que en realidad son jovenes como cualquiera.
El humor, el cariño que se tienen y lo que significan el uno para el otro; es por esto que no podemos evitar sentirnos uno mas de ese grupo y es por eso que compartimos con ellos sus alegrias, sus aventuras amorosas, y sentimos en nuestra piel su sufrimiento. El cine está hecho para transmitir sensaciones; en este caso no son de las que uno añora y disfruta, sino que son mas bien una necesidad dolorosa. La necesidad de recordar el pasado y aprender, de conocer como sucedieron las cosas y dar lo mejor de nosotros para que no se repitan.
El director Hector Olivera nos obliga a presenciar el dolor de aquellos que a los ojos de los poderosos representaban una amenaza; algo simplemente desgarrador es ver como su inocencia les es arrebatada y como su juventud se ve trunca y su futuro se ennegrece tanto por las torturas fisicas como psicológicas; un martirio. El miedo es el causante de todo; el miedo de la autoridad ante las “ideas antinacionales” o una posible resurgencia de la contracultura joven y su hambre por cambiar las cosas, por no rendirse al luchar por lo que es de ellos.
“La Noche de los Lapices” pasa de ser película a convertirse en documento histórico; la crueldad y veracidad otorgada a las imágenes del regimen del terror militar pueden herir la sensibilidad de algunos. Notar la indiferencia en los rostros de aquellos encargados de infligir el dolor en los detenidos nos hace pensar que la maldad en el mundo existe y lleva a limites irracionales hasta que punto puede llegar el hombre con tal de infligir daño en los demás.
Las desapariciones se volvieron moneda corriente en este período, y el lavado de manos por parte de la policia ante la desesperacion de la gente para saber el paradero de su familia es un claro indicio de lo que se estaba cocinando en la política de ese entonces. “Lo llevamos para interrogar, despues se lo devolvemos” dice ironicamente el jefe del operativo a una madre desesperada que no sabe si podrá vovler a ver, abrazar, o siquiera sentir el aroma de su hijo. Muchas de las cuales hasta el dia de hoy y hasta el ultimo de sus dias vivirán sin saber el paradero de aquellos que mas amaban.
La búsqueda de respuestas del pueblo Argentino llegó al cine una vez concluido el régimen militar, y son películas como esta y otras como “La Historia Oficial” las que se erigen como estandartes al grito de “nunca mas”, convirtiéndose en vehículos tanto informativos como demostrativos de lo que sucedió, generando una respuesta postiva y emocional en el público que se traduce en interés por el tema tratado y lagrimas derramadas al presenciar la dramatización de los hechos.
El apartado actoral hace lo suyo a un gran nivel. El lunfardo propio de la época y las actitudes joviales de cada uno aportan un realismo necesario a los personajes para hacerlos traspasar la pantalla y tocar nuestra fibra mas íntima. El amor está en el aire al igual que la imposibilidad de que este se concrete. Lo que vemos no son actores, son representaciones de unos adolescentes que tenían una vida por delante, repleta de cosas por descubrir, quienes nunca llegarán a averiguar lo que los años les tenían preparado. ¿Qué hubiese sido de sus vidas? ¿Qué será de las almas de aquellos injustamente imprisionados y torturados hasta mas no poder? Son preguntas que nunca obtendrán respuesta y problemas emocionales a los que nunca le encontraremos consuelo más que escapando de ellos.
“La Noche de los Lápices” es una película necesaria, hecha para educar y perdurar en el tiempo, una forma de pasar generacion a generación la historia viva de un país que aún lucha contra las consecuencias de lo ocurrido en esa epoca. Es una película que nos abre los ojos y nos descubre sentimientos, que nos hace valorar LO que tenemos y a QUIENES tenemos. 90 minutos cuya sensación desgarradora se convierte en una necesidad que jamás olvidaremos.
TÍTULO: La Noche de los Lápices
AÑO: 1986
GÉNERO: Drama – Hechos Reales
DIRECTOR: Hector Olivera
PROTAGONISTAS: Alejo Garcia Pintos – Vita Escardó – Pablo Novak – Leonardo Sbaraglia – José Maria Monje – Pablo Machado
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