sábado, 5 de noviembre de 2016

RESEÑA - Los Paraguas de Cherburgo (les parapluies de cherbourg) - 1964





Genevieve (Catherine Deneueve) de 17 años, quien trabaja en la tienda de paraguas de su madre en la ciudad de Cherburgo, y Guy (Nino Castelnuovo) de 20, empleado en una estación de servicio que vive en el mismo apartamento con su anciana madrina, son una pareja de enamorados a escondidas, quienes no gozan de un gran poderío económico pero tienen lo más importante, el uno al otro.


Todo parece ir bien encaminado, con planes a futuro como casamiento y familia, cuando a Guy le llega una hoja de ruta. El ejército lo llamó, y estará fuera por dos años. Genevieve deberá enfrentarse a la decisión más difícil de su corta vida: esperarlo o asegurarse un futuro.




En 1965 Jacques Demy regaló al público una de las películas más cautivantes, emocionantes y particulares de la historia del cine. Por qué particular? Porque a través de sus 90 minutos no hay dialogo hablado, sino cantado, recitado; y que belleza es esto para nuestros oídos.

Además de estar detrás de cámara, Demy fue el encargado de estos diálogos, cada uno de ellos más memorable que el previo. Pero no habría logrado resultado alguno estando solo.




Contó con la ayuda de Michel Legrand, el legendario compositor francés quien se encargó de crear y conducir las melodías que nos deleitan sin parar durante toda la película.

El trabajo de Legrand es digno del más grande. La capacidad de este señor de llegar hasta lo más profundo de nuestro corazón es admirable; ya sea buscando un sentimiento de regocijo o tristeza, el objetivo se cumple cada vez que se lo propone y no dejamos de maravillarnos hasta los instantes finales de la majestuosidad que esas notas conllevan. Es indiscutible que la partitura creada por Legrand está entre las más memorables de la historia del séptimo arte. El tema central de la película logra remover lo más interno del más duro de todos; es simplemente perfección y belleza.




Todo el apartado técnico es magistral, por lo que no puedo dejar pasar la fotografía. A cargo de Jean Rabier, las imágenes que reciben nuestros ojos son hermosas, y cada fotograma de la cinta es deslumbrante.

Azul, amarillo, rojo, rosado. La intensidad que tiene la paleta de colores que inunda la pantalla constantemente es tan grandiosa que dañarían ojos débiles. El vestuario es asombroso, y como este va de la mano con lo antes mencionado lo hace brillar aún más. Sobre los decorados no puedo decir mucho porque no soy un experto, pero son, al igual que lo dicho anteriormente, memorables.




Una bellísima Catherine Deneueve quien tenía tan solo 21 años a la hora de la filmación, demostraba desde joven su calidad como actriz.Se adueña de cada momento en el que aparece en pantalla, y a pesar del gran trabajo de Castelnuovo, es imposible no centrar nuestra atención en ella. Comienza siendo tan angelical y concluye convertida en una mujer tan madura, que es casi increíble ese cambio, esa transformación que no presenciamos pero que de seguro no le resultó nada fácil.

Guy también cambia, y la interpretación de Castelnuovo es maravillosa. Sus sentimientos y devoción hacia Genevieve no están en tela de juicio, y podemos ver ese amor que le tiene con solo mirarlo a los ojos y observar su comportamiento cuando la tiene cerca.

Juntos forman una de las parejas en pantalla más memorables que he tenido la dicha de ver;  es tal la química entre ellos, que logran transmitir todo ese amor adolescente, joven, con cada mirada y con cada gesto, con cada paso y con cada palabra recitada.




Como dije antes, el trabajo de Legrand con la banda sonora es intachable. Pero lo que es más admirable, es que esta es un elemento esencial en la trama. La música es la encargada de llevarnos a través de las vidas de Genevieve y Guy; es la encargada de demostrarnos los sentimientos de estos, ya que esta se sucede a su ritmo. La precisión y eficacia que transmite la partitura es emocionante, llegándonos a lo más hondo de nuestro ser con cada sonido.

Es imposible no sentir como la piel se nos eriza, como las lágrimas golpean la puerta de nuestros ojos queriendo salir desesperadas. Es difícil que una película logre ese efecto en el espectador, y más difícil aun que la música de una lo haga. Sin embargo Legrand demuestra que lo que llega a nosotros a través de nuestros oídos es tan o incluso más importante que lo que decide entrar por nuestras retinas.





El argumento está dividido en tres actos, La Partida-La Ausencia-El Regreso, y se sucede a través de seis años. El cambio en los personajes en este período de tiempo es considerable. Dejan de ser esos jóvenes del principio para convertirse en adultos con responsabilidades.
Los vemos evolucionar, somos testigos de su crecimiento tanto físico como a nivel de personalidad. Las fantasías amorosas, las explosiones de jovialidad son dejadas de lado al igual que sucede con todos nosotros a medida que envejecemos, dejando paso a la mirada racional de las cosas.

Amor (entre los protagonistas), represión (de la madre de Genevieve al enterarse de la relación), desilusión (de Guy con Genevieve); todos son temas abordados en una película que va más allá de ser un simple musical, o un drama romántico.

Es una cinta que traspasa la pantalla; que separa la realidad de la ficción y que nos acierta al corazón cual martillo a un clavo en la pared: muchas veces y de a poco, para alojarse en el mejor lugar posible y convertirse en una experiencia imborrable.



¿Cuál es el secreto de “Los Paraguas de Cherburgo”? ¿Su dirección? ¿Las actuaciones de Deneueve y Castelnuovo? ¿El excelente trabajo de Michel Legrand?
Personalmente me gusta pensar que es debido a que todos nos sentimos identificados con los personajes. ¿Quién nunca tuvo que atravesar una desilusión amorosa? ¿Quién nunca dejó ir algo por causas de fuerza mayor? ¿Quién no recuerda con anhelo aquel primer amor, que parecía lo más bello de nuestras vidas, y que nos daba la sensación de que nada podía estar mal?

La razón por la cual nos llega tanto es porque lo que vemos en pantalla, somos nosotros mismos. Son jóvenes que viven el uno para el otro, incapaces de VIVIR el uno sin el otro. Y es tan increíble la forma en que lo retratan, que es imposible no sentirse identificados con sus vivencias aunque no nos hayan tocado a nosotros; no empatizar con ellos y sentir lastima cuando vemos que las cosas no salen como deberían.


                  

¿Tenemos momentos memorables? Por supuesto que sí. La despedida de Guy al irse con el ejército posiblemente sea el que todos quienes se atrevieron a enfrentar la película recuerden con más claridad. Guy y Genevieve intercambiando te amos mientras este se aleja en el tren y ella lo sigue debajo es desgarrador. El amor que se tienen, cada vez tiene menos posibilidades de triunfar, y lo que una vez pareció ser una historia con mucha proyección, se diluye a medida que el tren se aleja.
Guy y Genevieve están separados; para siempre.




La película tuvo su merecido reconocimiento en Cannes al llevarse el premio mayor junto a otros dos galardones, al igual que cinco nominaciones a los premios de la Academia.

Con el correr de los años su estela pareciera desvanecerse al no ser tan venerada como se lo merece, al no obtener su nombre la popularidad merecida entre la comunidad cinéfila.

Es un mojón en el cine musical no solo Europeo sino mundial, y al no hablar de ella, no mantenerla fresca en el imaginario popular, se le está faltando el respeto.





“Los Paraguas de Cherburgo” es una de las obras claves, no solo de su director Jacques Demy o del cine Francés, sino de esta expresión artística en general. Es tal vez el mejor musical romántico y una de las historias de amor más conmovedoras de todos los tiempos, a la vez que es una de las películas  visualmente más hermosas de la historia.

Su duración es justa, pero deja con ganas de más. No porque no esté bien concluida, sino porque una vez que caemos en el hechizo de la película no queremos que termine.

Al final de “Los Paraguas de Cherburgo” estamos destrozados, enojados con la vida y desilusionados con el amor. Al final, acabamos de vivir el cine.



TÍTULO: Les parapluies de Cherbourg
AÑO: 1964
GÉNERO: Drama - Musical
DIRECTOR: Jacques Demy
PROTAGONISTAS: Catherine DeneueveNino CastelnuovoMarc MichelEllen Farner

2 comentarios:

  1. Yo la vi ayer en la tv.Sólo conocia el título,algun fotograma y que la canción era famosa.Ahora la vi:Obra maestra.

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    1. ¡Que bueno hayas podido verla! Y coincido contigo, es una de las obras cumbres no solo del cine musical sino del cine e general. Nostálgica, melancólica, es una experiencia no apta para tod@s, pero sumamente enriquecedora para aquell@s que logramos verla hasta el final, conviriténdose en una de las películas más inolvidables que nos podamos imaginar. ¡Espero te animes a verla varias veces más!

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